El desarrollo de la inteligencia emocional es un aspecto evolutivo esencial para formar personas completas, críticas, sanas y empoderadas. En los niños, como ciudadanos del presente, es de suma relevancia tener en cuenta que el conocimiento y reconocimiento de las emociones propias y ajenas va a repercutir directamente en el autoestima, la autoconfianza, en el mejor rendimiento escolar, en el establecimiento de relaciones personales fructíferas y empáticas y en definitiva en el hallazgo de una vida plena y feliz.
Hoy os traigo una idea para trabajar las emociones con vuestros hijos o alumnos a través de un libro que personalmente me encanta; Emocionario, de Cristina Núñez Pereira. Este libro describe un total de 42 de emociones de todo tipo con unas ilustraciones preciosas. Mi recomendación es usarlo con niños a partir de 6 años, por la complejidad de los textos y la cantidad de emociones que se trabajan (en otro post os daré ideas para este mismo tema dirigido a niños más pequeños con otros recursos que considero más adecuados).
A continuación os dejo una serie de ideas que están pensada para llevar a cabo durante 1 semana. Aquí lleváis dos. No obstante vosotros podéis decidir cómo distribuir su aplicación.
Lunes: Emociómetro
Este artilugio inventado para medir las emociones nos servirá para respaldar el reconocimiento de éstas y diferenciación respecto a otras. Para esta actividad os sugiero que hagáis una selección de emociones, según la edad, nivel, interés...Yo en este caso os sugiero seleccionar 4 emociones. Intentad que sean dispares para que se aprecie bien la diferencia, y así dar cabida a cualquier emoción. Es muy habitual asociar la tristeza o el enfado a emociones negativas, si bien debemos insistir en que cualquier emoción, sea como sea, es necesaria.
El primer paso será realizar una lectura de las emociones seleccionadas y a continuación, elaborar un dibujo propio de cada una de ellas, con colores y todo. Vamos a insistir en no copiar el que aparece en el libro, si no, no tiene gracia :P Después de esto, añadiendo el nombre de cada emoción al dibujo y preferiblemente habiendo usado folios A4 (y si tenéis ocasión plastificarlo; mucho mejor conservado), los unimos uno debajo de otro con cinta adhesiva. Ya tendríamos nuestro emociómetro. Ahora lo importante es usarlo. Mi consejo; cada día antes de acostarse, por la mañana al despertar o en momentos en los que creáis que puede ser útil (rabieta, llanto sin consuelo...) poned al niño frente al emociómetro y preguntadle; ¿cómo te sientes?o ¿cómo te has sentido hoy? Usad pinzas, clips o algo similar para fijarla en aquella emoción en la que se identifica.
Si sois profes podéis establecer el último ratito de la jornada del viernes para hacer un balance general de la semana, por ejemplo, si os véis apurados de tiempo.
Martes: Descubre mi emoción
Para esta actividad daremos a elegir entre las emociones ya trabajadas. Podemos hacer varios papelitos con los nombres de las diferentes emociones y que el niño escoja uno, sin que nosotros sepamos cuál es. Si sois profes lo ideal es que tampoco se enteren los demás compañeros de aula. Sabiendo ya la emoción, el niño (o los alumnos) deberá escribir (o relatar) una vivencia propia o ficticia (preferiblemente propia) en la que se haya sentido según la emoción que le ha tocado, teniendo que adivinar el papi, profe o compañeros, a qué emoción se está refiriendo. Os pongo un ejemplo:
"Cuando estoy en la piscina con mis primos en el campo de mi abuela". "Cuando mi padre me pone para comer un plato que odio".
¿Fácil no? Esta actividad da mucho juego y si lo hacéis en familia o en clase puede ser muy divertido.
Por hoy nada más. En unos días os traeré el resto de actividades para el miércoles, jueves y viernes.
Ya sabéis, compartir en redes sociales con el hagstag #EduEsUnoMas y si pones a prueba alguna de las ideas no te olvides de comentar tu experiencia.
¡Hasta pronto! :)
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