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Historia. Enseñanza, importancia y retos de la educación del futuro

¿Qué tal estáis lectores? Un día más os traigo contenido muy interesante sobre educación; esta vez con la colaboración de un gran amigo…

Alejandro Barroso es graduado en Historia y Geografía por la Universidad de Sevilla y actualmente está terminando de cursar el Máster en Profesorado de Enseñanza Secundaria en la Universidad de Almería. Fielmente volcado en la educación y con experiencia en la aplicación de metodologías innovadoras en la enseñanza, nos ha querido hablar acerca de su visión de la Historia en la educación obligatoria; por qué es importante, cómo se imparte y cómo debería impartirse, y qué retos tiene por delante una asignatura poco valorada en la escuela actual.

La historia es una de esas asignaturas troncales que siempre ha estado presente en la historia escolar, pero que ha variado en función del momento que se atravesaba, ¿por qué debe estar presente en las aulas?

La importancia de la Historia en las aulas se centra ante todo en el conocimiento del presente. Para poder conocer y dominar el ahora es necesario conocer el ayer, el pasado, pues es esto lo que nos permitirá entender el porqué de las cosas y a su vez evitará que cometamos errores similares. Decía Napoleón Bonaparte que aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla, y si analizamos ciertos hechos históricos claves, observaremos la relación directa entre una conciencia histórica pobre y la reiteración de errores.

La historia demuestra ser un proceso cíclico en el que los patrones se repiten aunque existan modificaciones, precisamente porque olvidamos de dónde venimos y terminamos tropezando en lo mismo. Por eso para evitarlo y progresar hay que conocer la Historia; qué ha ocurrido en el mundo para así poder decidir qué queremos, hacia dónde vamos.

¿Qué tiene la historia que no tengan otras asignaturas?

La Historia es, si no la que más, de las más completas asignaturas porque te permite trabajar de forma transversal con cualquier otra materia. Hay que tener en cuenta que la Historia es todo lo que ha pasado, y ello comprende aspectos económicos, políticos, científicos, matemáticos…Es una asignatura global con un gran potencial, que además permite grandes posibilidades de adaptación a los intereses del alumnado. Para ello resulta muy útil trabajar a partir de la investigación histórica, basándonos en aquellos aspectos que surten interés en los alumnos para, a partir de ahí, desarrollar todo un conjunto de conocimientos que sin duda serán más útiles para ellos.

¿Es la historia un arma de manipulación política en las aulas? ¿Se puede evitar la subjetividad en la enseñanza?

Indudablemente y por desgracia, sí. Un ejemplo muy claro de ello es observable en regímenes dictatoriales, como pudo ser la dictadura franquista de España. Los contenidos se determinan para conseguir establecer las bases ideológicas desde la infancia. Se sabe que los alumnos son sumamente maleables. Un niño es un folio en blanco, una caja vacía que se va llenando, y si desde el inicio se introducen contenidos específicamente seleccionados, es altamente probable que en su madurez ese niño desarrolle unos pensamientos afines a tales ideas.

Para evitar esa subjetividad yo soy muy partidario de dar una doble perspectiva. Hace unos días estaba trabajando la conquista de Al-Ándalus con un curso de 2º de la ESO. A la hora de explicarlo trato de dar la doble visión; cuáles fueron los motivos de los árabes para conquistar la península, así como la vivencia cristiana ante la llegada de ese nuevo grupo. Si al alumno le das la información sobre un determinado proceso desde diferentes puntos de vista, ellos podrán generar sus propias conclusiones. Conociendo las diferentes perspectivas, puedo decidir qué pensar. Como docente siempre vas a tener una opinión propia, pero hay que intentar mantenerla al margen. Evidentemente ante grandes conflictos o masacres históricas donde se atenta fuertemente contra los derechos humanos sí que se vuelve necesario recalcar bandos, pero siempre de una manera muy sutil, siempre buscando que sean ellos los que establezcan sus propias ideas a partir de la oferta de información completa.

¿Crees que los contenidos que se trabajan actualmente a nivel de educación Primaria y Secundaria son coherentes con las necesidades educativas?

Seguimos un poco anclados, aunque cada vez menos, en esa concepción histórica de contenidos tradicionales. Si echas un vistazo a cualquier norma educativa vigente , la mayoría de contenidos se centran en aspectos políticos. Guerras, medidas administrativas, reyes…No quiero decir con ello que no sean aspectos necesarios a conocer, pero eso no permite la aplicación práctica del conocimiento por parte del alumno. Si doy una historia alejada de su realidad, descontextualizada, no voy a llegar a ellos, lo que acaba desembocando en el rechazo a la asignatura. Si los contenidos se adecuaran a sus necesidades sin embargo, conseguiríamos aportar esa practicidad a la Historia, y por consiguiente que ganara atractivo e interés.

¿Cómo consideras la evolución metodológica de la asignatura en los últimos años?

Si bien estamos experimentando un proceso de mejora al respecto de las líneas metodológicas utilizadas en nuestro país, continuamos viendo en las aulas clases eminentemente tradicionales donde el docente decide qué estudiar, el alumno absorbe y lo “vomita” en el examen para olvidarlo justo después. Para conseguir que esta situación se extinga es necesario incidir en la raíz, y esa sin duda es la formación de los propios docentes. Si a nosotros mismos nos forman justo siguiendo esas pautas, no se puede esperar que hagamos algo distinto.

Hay que recalcar no obstante la existencia de metodologías innovadoras, sobre todo a nivel de educación Primaria, donde cada vez cobra mayor relevancia el trabajo motivador a través de proyectos o gamificación. Sin embargo en la etapa Secundaria existe aún una gran carencia. Si bien puedo recalcar mis propias experiencias prácticas como ejemplos de trabajo innovador, donde los alumnos investigan, ofrecen los contenidos y desarrollan su propio proceso de enseñanza y aprendizaje, esto sigue siendo una excepción incluso dentro de los propios centros.

¿Cómo recuerdas tu aprendizaje histórico en las distintas etapas educativas (primaria, secundaria, bachillerato, universidad…)?

Por desgracia no recuerdo haber experimentado ninguna metodología aunque fuera mínimamente innovadora en ninguna etapa educativa. Quizá en la Universidad es donde más he podido apreciar ese atraso metodológico, donde tan siquiera sentí una preocupación docente por el alumnado. Ahora que soy consciente de la importancia de adaptarse a las necesidades de cada alumno, analizo retrospectivamente mi vivencia formativa y me planteo qué hubiera cambiado si se hubiera tenido en cuenta mínimamente mis circunstancias personales a la hora del desarrollo de mi aprendizaje. Y de hecho no solo lo pienso a nivel particular, sino valorando la situación de otros compañeros que necesitaron ayuda, comprensión, adaptación, y sin embargo tuvieron que lidiar con la hegemonía de la enseñanza y sus consecuencias.

¿Por qué existe mayor rechazo a la asignatura de Historia, sobre todo en la etapa de secundaria obligatoria, frente a otras asignaturas?

Creo que he podido dar alguna pincelada en anteriores preguntas. La Historia, tal y como se pretende impartir desde el currículum, resulta aburrida. Sin embargo, tiene un gran potencial que pasa desapercibido. Las anécdotas y curiosidades que han ocurrido a lo largo del tiempo son grandes ganchos para atraer al alumnado a la temática en cuestión. El uso de recursos lúdicos, donde se motive al saber de un modo dinámico, es otra de las formas que, desde su sencillez, aportan ese toque distintivo al proceso, que destierra por completo el adjetivo “aburrido” del lado de la Historia. Es cuestión de conocer qué necesitan nuestros alumnos y cómo podemos dárselo.

¿Es imprescindible la memorización para la Historia?

Rotundamente no. Soy el primero que tiene muy mala memoria. Ya en la secundaria me resultaba inviable aprenderme un tema de historia memorísticamente. El proceso que yo seguía era: estudio el tema, aprendo lo esencial, lo proceso y lo expongo. Cuando pasaban meses yo seguía recordando lo que había estudiado. El que se había basado íntegramente en la memoria, no, y sin embargo era el más recompensado. Por eso hoy día valoro mucho más que los alumnos sepan procesar la información ante que decirme de corrido fechas o nombres de reyes. Que por supuesto hay cosas para las que sin duda es necesaria la memoria, puesto que van a aportar un marco donde introducir el resto de información, pero no debe ser eso lo que prime si perseguimos un aprendizaje con significado.

En tu formación específicamente docente, ¿qué líneas metodológicas consideras óptimas para el desarrollo de los procesos de enseñanza-aprendizaje?

Haciendo un resumen de todo lo comentado hasta ahora, en la etapa tanto de Primaria como de Educación Secundaria Obligatoria considero de gran interés el uso de metodologías interactivas, donde el alumnado participe activamente a través de la gamificación basada en sus intereses, de manera que retengan los contenidos verdaderamente relevantes a partir del acercamiento a su realidad. En la etapa de Bachillerato se vuelve muy interesante el uso de metodologías basadas en la investigación activa, que pueden estar ya presentes en el último ciclo de la ESO pero que se ampliarían aquí.

¿Cómo vaticinas que cambiará la enseñanza de la Historia en las aulas durante los próximos años?

Sinceramente a corto a plazo no veo un buen augurio. A mí, que acabo de recibir formación docente a través de un máster, no me han enseñado verdaderamente a romper con el modelo tradicional de enseñanza. Una gran parte de los compañeros con los que he cursado esta formación no se muestran dispuestos a innovar, y en los propios centros conocidos he percibido el miedo a salirse de lo ya conocido. Sí, cada vez hay más gente que apuesta por el cambio, pero está siendo un proceso lento. Considero sinceramente que hasta que no se cambie la formación del profesorado, no vamos a poder percibir un cambio drástico verdadero en las aulas. Se irá evolucionando, pero de una forma muy progresiva y lenta. Pero bueno, como siempre digo, el Imperio romano no se levantó en dos días, sino que fue labor de muchos siglos.

Pues agradezco enormemente a Alejandro su colaboración con #Eduesunomás y espero que su testimonio nos sirva a todos para analizar qué retos tenemos pendientes para mejorar los procesos de enseñanza de la Historia y cómo podemos contribuir a ello cada uno de nosotros.


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